Asunto: Re: HERRI BATASUNA. TEXTO N-1: (PUEDE DEVORARSE EL NORTE A SI MISMO?. ----------------------------------------------------------------- From: hb@fa94.nodo50.gn.apc.org (Herri batasuna) Newsgroups: act.wb94 Subject: HERRI BATASUNA. TEXTO N-1: ¨PUEDE DEVORARSE EL NORTE A SI MISMO?. Date: Fri, 30 Sep 94 22:48:52 CET Organization: Foro Alternativo, Madrid ¨PUEDE EL NORTE DEVORARSE A SI MISMO? NEKANE JURADO. Economista "La muerte de la esperanza asesina a la vida" (An¢nimo) ¨Cu nta vida asesinada por la desesperanza que han ido extendiendo el F.M.I. y sus instituciones en los £ltimos a¤os? 1994. Nos venden por todas partes, Norte o Sur, Este u Oeste, una idea, las utop¡as son idealismos de juventud o de intelectuales no madurados, para mejorar en algo s¢lo hay que producir hasta caer en el productivismo para pasar no a consumir sino al consumismo, si el planeta est  enfermo se ignora, si pueblos enteros mueren se oculta, si cada vez m s amplios colectivos se marginan se les da los elementos para que se autodestruyan, si..., si existen voces disidentes acerqu‚moslas. En esta ponencia se desea perfilar las consecuencias que las pol¡ticas del F.M.I. est n desarrollando en el Norte, o primer mundo, y no porque pensemos que son m s importantes que las consecuencias que padecen en el Sur, sino porque queremos remarcar que el Planeta es £nico, que todos vamos en la misma nave, y que desde los "camarotes de lujo" no se puede olvidar eternamente lo que pasa en las calderas, ni en los s¢tanos, m xime cuando la carcoma devoradora se ha extendido ya por cualquier rinc¢n del barco. Si seguimos sentados en nuestros c¢modos rincones, anestesiando el pensamiento y pensando que ya no hay defensa contra "las fuerzas del mercado", dejando que maten nuestra esperanza contribuiremos a que el F.M.I. bajo todas sus manifestaciones siga asesinando la vida, y esta vez ser  la vida del Norte. INTRODUCCION.- Las instituciones econ¢micas de Bretton Woods son las que bajo la hegemon¡a de EE.UU. primero y el grupo de los siete Grandes despu‚s han dise¤ado desde 1944 la pol¡tica econ¢mica a escala mundial, cualquier decisi¢n de enmarque ha sido gestada, perfilada e impulsada desde dichas instituciones. Est  claro que el problema de las Relaciones Norte-Sur est  desvirtuado. Habr¡a que hablar de los problemas de las relaciones de los grandes centros de decisi¢n financiera y econ¢mica internacional (B.M.,F.F.I., G-7) con el Sur, y con las clases populares del Norte, y ser conscientes desde el Norte que nuestra salida viable pasa obligatoriamente por un orden econ¢mico de caracter¡sticas muy diferenciadas del actual. El modelo econ¢mico capitalista necesita seguir creciendo cuantitativamente, pues esa es la clave de la concentraci¢n de riqueza, en manos de determinados sectores del Norte. Bajo esa ¢ptica se intenta seguir profundizando la din mica de globalizaci¢n de los mercados y de esta forma cabr¡a entender los acuerdos del GATT en la ronda de Uruguay, que fuerzan a£n m s la apertura de los mercados locales a la l¢gica del mercado mundial en beneficio de las multinacionales. En ella se enmarcan tambi‚n las pol¡ticas dise¤adas en Maastricht o las de Copenhague. Al alcanzar el objetivo final de estas pol¡ticas y acuerdos que es la maximizaci¢n del beneficio de los capitales transnacionales, cada vez m s concentrados, el F.M.I.,7-G z B.M. juegan un papel decisivo influyendo en los niveles de gasto p£blico -un gasto p£blico "reorientado" hacia los "gastos productivos"-, influyendo en los niveles de producci¢n y empleo, debilitando la concertaci¢n social y aumentando la pobreza y la dualidad social en el propio seno del Norte. Para que estos objetivos sean alcanzables, se afianza la pol¡tica de defensa -defensa dentro de las propias fronteras, con un alto grado de coacci¢n y represi¢n- y se desarrolla a niveles de m ximo hist¢rico las competencias y presupuestos de la OTAN, que si en sus or¡genes dec¡a servir para contener los deseos expansionistas de la URSS, desaparecida ‚sta, se ha convertido en un elemento de salvaguarda del Nuevo Orden Econ¢mico. Este Nuevo Orden Econ¢mico (N.O.E.) es el gran reto que nos desaf¡a a todos los que nos calificamos de izquierdas, ecologistas, o de cualquier teor¡a liberadora de la opresi¢n econ¢mica y social . N.O.E., enga¤oso hasta en el t¡tulo, porque dif¡cilmente puede ser Nuevo lo que corresponde a un esp¡ritu caduco, y mal puede ser Orden, lo que se sustenta en una conflictiva desigualdad. No nos es ya suficiente hablar de reorganizaci¢n del sistema productivo, pues cualquier dial‚ctica la estamos sustentando en una teor¡a insuficiente para interpretar la realidad. Mientras los planes sigan inspir ndose en una visi¢n del mundo que reduce la psicolog¡a humana a cuantas de p‚rdidas y ganancias y entroniza como finalidad de nuestras vidas el consumismo y la posesi¢n de objetos de dudosa utilidad, pero cuyas necesidades nos han hecho creer, mientras esa falsa br£jula gu¡e las decisiones, no habr progreso humano. TENDENCIAS ECONOMICAS EN EL NORTE Por Norte se entiende las reas econ¢micas de EE.UU., Canad  , Jap¢n, C.E.E., econom¡as escandinavas y algunas otras econ¢micas perif‚ricas a estas. Las tendencias son comunes a todas ellas ya que todas derivan de las mismas "recomendaciones" emitidas por el F.M.I. De estas recomendaciones deriva una preocupaci¢n central: la maximizaci¢n del beneficio, lo que paralelamente conlleva a incrementar la concentraci¢n de la riqueza. Para maximizar el beneficio se conjugan distintas pol¡ticas: 1.- Por una parte se canaliza m s parte de la plusval¡a de la producci¢n hacia el capital en detrimento del salario. Esto se hace bien por v¡a de subidas salariales por debajo de los incrementos del I.P.C. m s la productividad, bien por sustituci¢n del trabajo fijo por contratos precarios, sin derechos y peor renumerados, o bien, abaratando los costes de los despidos laborales (flexibilizaci¢n del mercado laboral). 2.- Por otra parte, se "socializan", v¡a gasto p£blico, gran parte de los costes de la producci¢n privada (reorientaci¢n del presupuesto hacia los gastos productivos) 3.- Se postula por una reducci¢n del gasto p£blico con un doble objetivo: liberar parte del P.I.B. hasta ahora gestionado por los organismos p£blicos y dejar en manos de la iniciativa privada, como grandes mercados, logros hist¢ricos tales como la propia Seguridad Social. 4.- Por £ltimo, se trata, asimismo, de "aligerar" las rentas de capital de carga impositiva, con el objetivo de "agilizar" la inversi¢n. Ello conlleva paralelamente a un aumento de la presi¢n en las rentas de trabajo. Flexibilizaci¢n del Mercado Laboral El gran desarrollo de la tecnolog¡a de telecomunicaciones ha permitido en gran medida que la frase de producci¢n pueda ser trasladada a cualquier punto del planeta, all¡ donde la mano de obra sea m s sumisa, trabaje jornadas laborales m s extensas y sus derechos sociales y laborales sean escasos o inexistentes. Con ello, a los trabajadores del Norte se les quiere poner en la situaci¢n de "aceptar" p‚rdidas de logros hist¢ricos importantes, de renunciar a la negociaci¢n colectiva, y "ajustar los salarios" a los nuevos tiempos, de lo contrario puede ser desmontada toda una planta industrial y "trasladada". A la vez, machacan con la idea de que son las rentas salariales las responsables m s directas de la crisis, ya que las subidas de los "costes laborales unitarios" (C.L.U.) han sido m s elevados que los I.P.C., y hay que reequilibrar la distribuci¢n de las plusval¡as en un mayor beneficio del capital, para que el aumento de beneficios sirva de aliciente a nuevas inversiones que podr n crear nuevos puestos de trabajo. No vamos a desarrollar aqu¡ la demostraci¢n de la falsedad impl¡cita que se encierra en el concepto C.L.U. *, ni vamos a demostrar que no existe tal traslaci¢n lineal beneficios-nuevas inversiones-puestos de trabajo. Baste decir que en la C.E.E., en los £ltimos 20 a¤os, el volumen de la riqueza producida aument¢ un 80%, mientras que el empleo total aumentaba s¢lo el 9% (Bolet¡n de las Comunidades Europeas, suplemento 6/93). Estamos asistiendo a un incremento progresivo de riqueza producida que se concentra cada vez en mayor grado en los beneficios empresariales, los cuales son escasamente reinvertidos en el sistema productivo. Por una parte, se destinan al aumento del consumo suntuario y, por otra, hacia las inversiones especulativas, con una intervenci¢n creciente en los llamados "mercados de futuro", de gran efecto "burbuja". Esto conlleva a que cada vez la riqueza est  m s concentrada, cada d¡a las grandes masas populares, que s¢lo poseen su trabajo como bien de cambio, est n m s despose¡das. La flexibilizaci¢n del mercado laboral est  extendiendo el empobrecimiento `por todo el Norte. A la vez que se extienda la inseguridad econ¢mica en el Norte los "creadores de opini¢n" nos machacan con el t‚rmino de "dumping social", trasladando las responsabilidades propias a los obreros del Sur. As¡, los trabajadores del Sur, adem s de seguir llevando sobre s¡ la creaci¢n del superbeneficio que sirve a los capitalistas del Norte para pagar un poco m s a sus propios trabajadores, han sido convertidos en los "culpables" los "competidores directos" de estos £ltimos. Trabajan mucho m s por mucho menos, ya sea en las miltinacionales instaladas en sus propios pa¡ses, ya sea para su propia burgues¡a (es el caso del boom chino) deseosa de entrar en competencia con el Norte, con productos m s baratos. La tentaci¢n y el riesgo de entrar en esa corriente de razonamiento que busca los culpables entre los explotados del Sur es muy grande. El aumento de la xenofobia, el racismo y fascismo en el Norte est  ah¡. Desde el Norte debemos "demostrar" estos razonamientos que s¢lo tienden al enfrentamiento de la clase obrera mundial. No es un problema del viejo internacionalismo obrero. Es un problema nuevo, de nuestra d‚cada, que se ir agudizando. No se trata ya de solidaridad, ni de apiadarse "de esos pobres explotados" sino de lo verdadera necesidad de una coordinaci¢n y una estrategia conjunta. A la explotaci¢n del Sur hay que interponer la respuesta conjunta porque cuando los trabajadores del Sur lo hacen por una miseria, no s¢lo es malo para ellos, lo es tambi‚n para los trabajadores del Norte, con quienes entran en competencia a la baja por un puesto de trabajo de la mismo multinacional. Reorientaci¢n de los presupuestos Desde la revoluci¢n burguesa los estados y sus instituciones han sido meros instrumentos al servicio de los poseedores de los medios de producci¢n. Si bien es cierto que en determinadas coyunturas hist¢ricas han debido de hacer m s o menos concesiones a las clases populares, pero dichas concesiones han sido siempre las estrictamente necesarios para salvaguardar la llamada "paz social". Si dicha paz social no peligra, o existen otro tipo de elementos para encauzarla, las concesiones pueden variar e incluso desaparecer. Estas funciones cl sicas de los estados, funciones de servicio al poder econ¢mico, est n siendo intensificadas en el Norte. En la C.E.E. quedan claramente perfiladas en el Tratado de Maastricht. No tenemos espacio, y es otro debate, para exponer las causas que han hecho posible esta intensificaci¢n, que a la vez va unida a la p‚rdida de "concesiones" sociales anteriores. Pero no por falta de exposici¢n de causas debemos de dejar de perfilar la realidad que se constata, las "fuerzas del mercado" est n yendo demasiado lejos y a pesar del indudable progreso en algunas direcciones, estamos volviendo a un modelo de una era anterior y m s dura, en la que los fuertes amasaban grandes fortunas y los desventajados se ve¡an privados de los medios m¡nimos de subsistencia. Entre estas funciones cl sicas del estado reforzadas en Maastricht est n la de poner a disposici¢n del capital, con fondos p£blicos, todos los elementos necesarios que estiman necesarios para incrementar la producci¢n, lo que de ser asumido como coste por estos. har¡a disminuir la tasa de beneficio. Otra funci¢n es el mantenimiento de unas fuerzas represivas-coactivas que por una parte sean garantes del "orden establecido" entre sus propios ciudadanos. O sea, que garanticen la filosof¡a y orden imperante de formaci¢n y distribuci¢n de recursos econ¢micos salvaguardando as¡ la primac¡a de los grupos de poder existentes. Y por otra parte, dichas fuerzas garanticen la "salvaguarda" de los intereses de los "capitales nacionales"; esta funci¢n actualmente est  fortaleci‚ndose en espacios m s amplios (fortalecimiento de un sistema de defensa en la C.E.E., etc.) Para fortalecer estas dos funciones se est  reorganizando la distribuci¢n de los presupuestos p£blicos. Engord ndose todas las partidas de infraestructuras (tanto de transporte como de telecomunicaciones) y los gastos de defensa (entendidos tanto de los ministerios de Interior, como de Defensa propiamente dicho). El debate sobre las inversiones en infraestructuras est  latente. Adem s de los grandes problemas ecol¢gicos que a nivel mundial est n ocasionando, est  el debate econ¢mico y social. Dichas infraestructuras no responden, en la mayor¡a de los casos, a verdaderos intereses sociales y de aumentar la interrelaci¢n de los pueblos, sino que responden a intereses econ¢micos, muchas veces transnacionales, que en algunos casos desaparecen como inter‚s, antes incluso del uso racional de la infraestructura. Un ejemplo clarificador de irracionalidad y falta de perspectiva, entre los muchos , es el trazado del ferrocarril AVE entre Madrid-Sevilla. Pero adem s del debate medioambiental y socio-econ¢mico los gastos en infraestructuras est n siendo la partida que m s grado de ineficacia - an lisis del nivel de logro de los objetivos establecidos- e ineficiencia- an lisis del coste p£blico y coste de oportunidad social por objetivo- est n encerrando. A esto se a¤ade los grandes niveles de corrupci¢n pol¡tica y econ¢mica que se encierran en sus concesiones u ejecuciones (Italia, Espa¤a, Francia, EE.UU., ..., las salpicaduras alcanzan a altos niveles pol¡ticos). Todo ello impulsa a presumir que los posibles beneficios de incremento de lo productividad a los que pueden llevar ciertas infraestructuras queden totalmente desvirtuados en el nivel macroecon¢mico. Respecto a la segunda rea de gasto potenciada (gastos policiales y militares) no vamos a profundizar, ya que est  suficientemente claro para los asistentes a este foro, su alcance. S¢lo remarcar que el Norte "actualiza" su armamento para seguir "disuadiendo" al Sur, y la Guerra del Golfo le sirvi¢ de excusa para realimentarse ideol¢gicamente, una vez desaparecido el "enemigo comunista". La parte de recursos econ¢micos que absorbe el sector armamentista son de tal envergadura y mueven tanto "dinero negro" que las cifras contabilizadas son meras puntas del iceberg. Estos d¡as se habla de la fusi¢n Mart¡n Marietta y Lockheed, que se han convertido en el primer grupo mundial de defensa aeroespacial en EE.UU., dando como cifra de cartera de pedido en el momento de la fusi¢n la de tres billones de pesetas, y empleando a 170.000 trabajadores. En 1982, seg£n D. Krieger y Jan Ettinger en "Desarme-desarrollo un dilema £nico y total", expon¡an que en cada minuto se gastaba m s de un mill¢n de d¢lares en armamento. Ruth Leger, en "World Military and social Expenditures", expone que por cada avi¢n de combate, no muy sofisticado, se podr¡an hacer m s de 40.000 farmacias rurales. A pesar de todos los n£meros que se puedan oponer, el F.M.I. y sus ap‚ndices necesitan mantener tanto los elementos disuasorios, como el control de la riqueza real que se extrae a los pueblos a cambio de armas que la tecnolog¡a transforma en obsoletas incluso antes de su venta. Reducci¢n del gasto p£blico Los niveles de gasto p£blico (en adelante G.P.) en los pa¡ses del Norte difieren bastante entre los distintos pa¡ses, seg£n el grado de dimensi¢n del sector p£blico (empresa p£blica, Organismos Aut¢nomos Comerciales, Organismos Aut¢nomos administrativos,...) llegando a mover entre un 40% y un 50% del P.I.B. como media. En la CEE, en 1992 el G.P. represent¢ el 48,3% del P.I.B. y sus extremos fueron Dinamarca con el 56,8% y Reino Unido con el 40,9%. En el G.P. en protecci¢n social existen tambi‚n grandes disparidades, y aqu¡ no son achacables al mayor o menor grado de privatizaci¢n de la econom¡a, sino que responden a diferencias reales en los niveles de cobertura sociales. En Europa occidental, cuna del llamado Estado del Bienestar, es donde m s desarrollo han adquirido, la media del gasto social en la C.E.E., en 1991, fue el 26% del P.I.B., oscilando entre el 32,4 de Holanda y el 19,4 de Portugal. El nivel de gasto social en los pa¡ses n¢rdicos ha sido hist¢ricamente m s elevado que el de la C.E.E., alcanzando Suecia en 1991 el 37,6% del P.I.B. Tras la crisis de 1973 se inici¢ una ofensiva ideol¢gica de desmantelamiento del sistema de protecci¢n social (profusi¢n de Fondos Privados de Pensiones, recortes reales en las Prestaciones de Seguridad Social, recortes en la sanidad y educaci¢n p£blicas, etc.) Tras m s de una d‚cada, en la que todos los te¢ricos de la econom¡a oficialista nos han machacado con la idea de un Estado del Bienestar, desmesurado en sus dimensiones estrangulador del sistema productivo. los Acuerdos de Maastricht daban paso a la materializaci¢n de su desmantelamiento progresivo, diciendo liberar por una parte recursos econ¢micos para la producci¢n y por otra parte dejando en manos de la iniciativa privada una suculenta parte de la tarta econ¢mica. En Maastricht -con el F.M.I.de "asesor"- se acordaba el compromiso de reducir el d‚ficit p£blico, siendo uno de los logros a alcanzar por los pa¡ses de la C.E.E. para converger en la Moneda Unica. El d‚ficit p£blico se reduce principalmente por dos v¡as, una coyuntural, vendiendo al sector privado partes rentables del sector p£blico (empresas p£blicas, redes de telecomunicaciones p£blicas, etc.) y otra disminuyendo el nivel real de gasto. Las consecuencias a medio plazo para las clases populares del Norte van a ser de envergadura. - Por una parte, empresas que en teor¡a estaban controladas por el sector p£blico, por su car cter de utilidad p£blica o de estrategia productiva nacional, pasan a manos del capital privado (caso siempre transnacional) que no s¢lo monopoliza sectores enteros sino que, como hemos comentado, amenaza con la reubicaci¢n mundial de la producci¢n. - Por otra parte, la disminuci¢n del nivel de G.P. se concentra en los gastos sociales. Si se analizan los presupuestos de los pa¡ses comunitarios, en todos se perfilan las mismas l¡neas: tendencia al aumento de gastos en infraestructura, defensa e interior, gran rigidez de los gastos de personal y gastos corrientes (Cap¡tulos I y II), y como consecuencia la disminuci¢n del casto se ejecuta ¡ntegramente en la disminuci¢n de todo el conjunto de gastos sociales. En una C.E.E. con 18 millones de parados contabilizados (igual a las poblaciones de B‚lgica, Dinamarca e Irlanda conjuntamente), con una gran incapacidad de inversiones productivas generadoras de puestos de trabajo, con un paro que se centra en colectivos muy espec¡ficos de n£cleos de poblaci¢n joven, femenina, de formaci¢n baja e incluso media, y en mayores de 45 a¤os excedentes de sectores en reconversi¢n, entre los que las enfermedades est n cobrando una relevancia especial, el reducir los gastos de cobertura de desempleo, de educaci¢n y de sanidad, conlleva una dualizaci¢n social dentro de la cual todos los factores causantes se enlazan y retroalimentan, con un gran efecto multiplicador, a la vez que se va haciendo m s dif¡cil salir de ese c¡rculo. El Norte est  viendo renacer ante sus propios ojos la nueva pobreza. La inseguridad social se coloca en el centro mismo de la vida social, extendi‚ndose desde las ciudades hacia los medios rurales. Estos nuevos pobres, al ser privados del trabajo, son privados de consideraci¢n social, de reciclaje formativo, y esto en una sociedad cuya escala de valores se centra en la mera posesi¢n, conlleva a alteraciones ps¡co-f¡sicas y a la creaci¢n de una nueva marginaci¢n, que por no responder a causas ‚tnicas, religiosas o culturales encierra, si cabe, mayor perversidad. Desde el comportamiento del Centro social, se hace sentir a estos nuevos pobres los efectos negativos de la inseguridad, no s¢lo en la pertenencia al grupo al que en realidad pertenecen, sino a la vigencia o existencia de su propia funci¢n en medio de dicho grupo. Las consecuencias son el alejamiento de los dem s grupos, cuando no su enfrentamiento violento o su autodestrucci¢n, en base a unas ideas -creadas y extendidas por los medios de comunicaci¢n oficiales-, que analizadas sistem tica, global y cr¡ticamente, carecen de fundamento real para producir no s¢lo el aislamiento, sino el enfrentamiento destructor, f¡sico o espiritual, por el que atraviesan tantos grupos humanos no s¢lo en el Sur sino aqu¡, en el Norte. "Desarrollo" es tal vez la palabra m s usada por el F.M.I., pero ¨qu‚ es el desarrollo? Debe por lo menos esbozarse un repensamiento de lo que es el DESARROLLO. La pobreza se ha unido desde siglos a "factores econ¢micos", cuando su pura esencia hay que buscarla mucho m s all , "la pobreza, como disfunci¢n social, no es m s que la apariencia que revisten los CAMBIOS sociales o los procesos de mutaci¢n"* Redistribuci¢n de la carga fiscal Hemos comentado que el F.M.I. en sus informes econ¢micos parte de la falsa premisa que aumentando los beneficios del capital hoy, podr n ser reinvertidos ma¤ana y se crear n puestos de trabajo pasado ma¤ana. En base a esto, adem s de desarrollar las medidas hasta aqu¡ expuestas que aumentan el beneficio privado como tal, se desarrollan medidas fiscales para contribuir lo menos posible al Tesoro p£blico. O sea, estamos asistiendo a una mayor "socializaci¢n" de los gastos de producci¢n privada y a una mayor "privatizaci¢n" de los beneficios. Las tendencias en el Norte de las reformas fiscales nacionales se encaminan hacia: * Reducci¢n de las retenciones en el Impuesto de las Rentas de Capital, habl ndose incluso de tipo cero a medio-largo/plazo. Para conseguirlo, los capitales cuentan con la amenaza latente y permanente de trasladarse a los llamados para¡sos fiscales. * Reducciones efectivas en el tipo medio de gravamen del Impuesto sobre sociedades, tanto por reducciones del porcentaje impositivo te¢rico como por exacciones y ayudas fiscales a determinado tipo de producci¢n y empresas. Los presupuestos p£blicos tienen dos v¡as principales de financiaci¢n: la emisi¢n de Deuda p£blica y la recaudaci¢n impositiva. La emisi¢n de Deuda p£blica est  sufriendo un severo control desde el F.M.I., ya que retrae liquidez al sector privado, siendo el l¡mite m ximo del nivel de endeudamiento una de las condiciones de convergencia impuestas en Maastricht (la Deuda p£blica no puede superar el 60% del P.I.B.), por tanto, queda la v¡a impositiva como instrumento de financiaci¢n presupuestaria de "libre utilizaci¢n". A nadie se le escapan las igualdades contables y si la disminuci¢n impositiva del I.R.C. es I.S. no se pueden compensar con endeudamiento, s¢lo cabe incrementar el resto de figuras impositivas: el Impuesto sobre la Renta de las Personas F¡sicas (I.R.P.F.), como impuesto directo, y el Impuesto sobre el Valor A¤adido (I.V.A.), dentro de impuestos indirectos. El aumento recaudatorio en I.R.P.F. no se perfila en base a una mayor eficacia y control sobre las bolsas de fraude (la evasi¢n fiscal en el Norte est  ampliamente extendida entre empresarios y aut¢nomos), ni aumentando la progresividad del impuesto en los tramos de rentas m s elevadas, lo que significa que los trabajadores por cuenta ajena a los que se les deduce el impuesto de la n¢mina van a seguir viendo aumentar la carga fiscal, ya ahora desproporcionada. Si realmente se quisiera impulsar el "desarrollo" la medida efectiva ser¡a imponer grav menes -exentos de subterfugios fiscales- a la riqueza, a ese 10% de los habitantes m s ricos de todas las naciones y aplicar la recaudaci¢n o bien a reducir los d‚ficit p£blicos o en forma de "impuesto negativo" en favor de los despose¡dos del trabajo. Esto, entre las muchas consecuencias positivas que a nivel macroecon¢mico conllevar¡a, servir¡a para frenar la fiebre especulativa internacional. A nivel de impuestos indirectos el aumento del I.V.A. tiene un efecto fuertemente nocivo en las rentas bajas de trabajo y sobre todo en las provenientes de prestaciones sociales, dado que el I.V.A. es un impuesto al consumo y estas rentas son destinadas en su totalidad al consumo (precisamente por su insuficiencia para cubrir otras funciones). Esto hace que la relaci¢n existente entre el impuesto y la renta les sea totalmente desfavorable soportando una presi¢n fiscal indirecta much¡simo m s elevada. CONCLUSIONES "Lo que constituye la verdadera democracia no es el reconocimiento de la igualdad, sino construir la igualdad" El problema central de nuestro tiempo y por tanto tambin de toda la izquierda, es que bajo la limitadora designaci¢n de "desarrollo econ¢mico" se nos viene desviando de las ra¡ces donde se sustenta el verdadero progreso humano, en aras del mero lucro material, glorificado bajo la especie de apoteosis tecnol¢gica. Debemos redefinir la pol¡tica social, con consistencia propia, y no como adjetiva de la econom¡a. No s¢lo hay que "mejorar la condici¢n del trabajador", ya que no se trata s¢lo de que el hombre sirva a la producci¢n y reciba un beneficio por "su buen comportamiento", o de que las condiciones sean m s o menos llevaderas, sino que la producci¢n debe adaptar esas condiciones al propio bienestar de la persona. Lo cual, de inmediato, supone poner en relaci¢n a la PERSONA con su "mundo", su "entorno natural", su "ambiente". En el Norte se ha entrado en una ‚poca en que, se est  pasando de la seguridad social a la inseguridad colectiva y medioambiental. El aumento progresivo de la pobreza, es su t‚rmino m s trasdisciplinario, no s¢lo econ¢mica, sino humana, cultural, de p‚rdida de sentido de pertenencia a la tradicci¢n hist¢rica, de desarraigo, de ruptura de v¡nculo con el propio entorno, de destrucci¢n de la naturaleza y sus efectos boomerang sobre nuestra propia vida, unifican la alienaci¢n con la materializaci¢n y la impersonalidad. Entre las muchas consecuencias graves, una es de especial envergadura, el bloqueo del pensamiento y la voluntad para encontrar soluciones pr cticas. As¡, mientras las izquierdas languidecen -los que cada vez menos, no se han subido al tren de las l¡neas oficiales-, el F.M.I., B.M. y 7-G, despu‚s de devastar el Sur, ponen sus manos en el Norte la huella ya est  impresa. * La situaci¢n de paro, especialmente juvenil y femenino, est  creando una nueva dualizaci¢n social en las sociedades hist¢ricamente desarrolladas. * La miseria humana, la degradaci¢n de las Instituciones, la corrupci¢n pol¡tica y de valores, el racismo, la degradaci¢n medioambiental... * El gran peligro nuclear, convertido en la "pirater¡a" del fin de siglo. * La guerra entronizada en el coraz¢n de Europa. Ante estos hechos se recuerda m s que nunca a Bertolt Brecht, ya no es por el vecino del Sur por el que es imprescindible reaccionar, es porque est n ya en la propia casa. Estos hechos tienen sus or¡genes, son una consecuencia de hechos hist¢ricos y no un dictado de la naturaleza. El falso t¢tem del "desarrollo" ha conducido al individuo a la separaci¢n de su propio yo, maquinizando sus relaciones con los dem s, aisl ndolo y distanci ndole del proyecto de aut‚ntica CON-VIVENCIA, que es el £nico que nos puede hacer progresar en nuestro entorno medioambiental, local o universal. Hay que retomar la palabra SOLIDARIDAD, no como un concepto aburguesado que sit£a por encima al que la ejerce, sino como PACTO DE CONVIVENCIA. * Solidaridad-convivencia con los que se encuentran en niveles infrahumanos de nutrici¢n y sanidad. * Solidaridad-convivencia con los ecosistemas del planeta. * Solidaridad-convivencia con la utilizaci¢n y conservaci¢n de los recursos naturales, especialmente el agua, el aire y las energ¡as no renovables. * Solidaridad-convivencia con la desnuclearizaci¢n y reducci¢n de las armas convencionales y no convencionales. * Solidaridad-convivencia con las distintas culturas y pueblos-naci¢n, defendiendo el modo de expresi¢n de las muy diversas partes de la humanidad, sin competitividad, sin aplastamientos culturales a trav‚s del "consumismo" y del "productivismo". Garcia Lorca nos recuerda que aunque estemos "A las cinco de la tarde", y ‚sta sea hoy la hora de la humanidad, del Sur y del Norte, a£n hay tiempo antes de que anochezca. NOTAS ___________________________________ *Entre otros, esta demostraci¢n la realiza de forma clara y concisa Jes£s Albarrac¡n, en "Los Salarios y el Empleo", Revista Actuarios n' 10, enero 1994. ___________________________________________ *Jose Luis Pardos "Crecimiento y desarrollo en la d‚cada de los 80".