U. S .A . : e l g e n d a r m e i n n e c e s a r i o El derrumbe de la URSS, coloso al parecer petreo pero con pies de barro, nos dejo un mundo unipolar. A la guerra fria le sucedio la paz tibia. Usufructuario y gendarme de este universo que por no ser frio ni caliente provoca vomitos (segun el dicho biblico) son los Estados Unidos de America del Norte. Las contradicciones que hasta 1990 hicieron peligrar la paz internacional no eran sin duda, como se pretendia, las que mediaban entre capitalismo y socialismo, sino que surgian del afan de dominacion por parte de dos poderosos Estados. En todo caso, eran las contradicciones entre el capitalismo de las transnacionales y el capitalismo tecno-burocratico. Cuando la primera de ambas formas capitalistas demostro ser mas eficiente economicamente que la otra, Estados Unidos, centro principal y prototipo de esa modalidad de la explotacion del trabajo, surgio como unica cabeza, por el hecho de ser ademas el pais mas rico y el mejor armado. En 1990 se vivio el suenho de la "pax americana". Pero no pasaron muchos meses sin que un sanguinario dictador, Saddam Hussein, desafiara la hegemonia mundial de los Estados Unidos, atacando a un vasallo fiel, el Emirato de Kuwait. El papel de gendarme internacional fue asumido sin mayores vacilaciones por la potencia imperial. Despues fue Somalia, como poco antes Panama y Granada. Hoy es Haiti y, tal vez, de nuevo Irak. Manhana puede ser Cuba o, por que no, el socio y vecino Mexico. Estas invasiones militares se caracterizan por ciertos rasgos que las diferencian de otras muchas que llevaron a cabo en el pasado los yanquis. En 1er. lugar, apenas provocan reacciones adversas en la opinion publica internacional y cuentan con la opinion publica nacional (que ya no recuerda Vietnam). En 2do. lugar, la accion yanqui se presenta hipocritamente, como "intervencion internacional"; se invoca la cooperacion de "aliados" y la ayuda simbolica de "amigos" que no son sino vasallos. En 3er. lugar, las operaciones militares se llevan a cabo contra gobiernos dictatoriales y sanguinarios, pero no porque ellos lo sean sino simple y llanamente porque perjudican los intereses o amenazan de algun modo el prestigio mundial del gran gendarme. El ultimo rasgo es tal vez el mas interesante. En el mundo de hoy, una vez desaparecido el contrapeso de la Union Sovietica, nadie puede rebelarse contra el orden imperial y la hegemonia norteamericana sino desde la izquierda radical (una izquierda que vaya mucho mas alla del marxismo- leninismo) o desde una derecha fascistoide (que esgrima consignas ultra nacionalistas). La primera posibilidad, unica valedera y autentica, no se ha dado todavia y quiza no se de en muchos anhos. La segunda es la que encontramos en Irak, en Somalia, en Haiti (y antes en Panama). Esto, desde luego, favorece mucho la imagen de "defensor de la democracia" que el gendarme desea proyectar. Basta, sin embargo, tener en cuenta los antecedentes de las dictaduras que el imperio ataca, para entender la responsabilidad del mismo en la instauracion de esas dictaduras: Noriega fue colaborador, confidente y espia de la CIA. Hussein fue apoyado por el State Departament como amigo confiable contra los ayatolas de Iran. A Cedras se le aseguro exilio dorado, se le devolvieron millones depositados en bancos norteamericanos y casi se le considera merecedor del Premio Nobel de la Paz; Carter, con su habitual boberia, asegura que no es un maton sino una persona decente. Mientras tanto, miles de haitianos que huian del dictador y de los "tontons macoutes" (reliquias gloriosas del duvalierismo, que USA nunca cuestiono seriamente) eran devueltos a su pais (a riesgo de ser asesinados por militares o paramilitares) o encerrados en el campo de concentracion de Guantanamo. Todo esto demuestra que al gendarme no le interesan en verdad la democracia ni los derechos humanos, sino la defensa de sus intereses o, como en este ultimo caso, la afirmacion de su hegemonia continental y mundial. Es claro que quienes ocupan hoy la Casa Blanca y quienes dirigen el Pentagono, la CIA y el Departamento de Estado son fieles discipulos y continuadores de quienes promovieron en Chile el golpe de Pinochet, quienes apoyaron por de cadas a Stroessner, quienes sonrieron a Ongania y Videla con complacencia de hermano mayor y solo se opusieron a los genocidas militares argentinos cuando un borracho decidio invadir las Malvinas, ambito intocable de hermanos anglosajones. Quienes adversan el fascismo y, consecuentemente, el racismo y el nacionalismo, no pueden dejarse enganhar ni un instante por las proclamadas intenciones del innecesario gendarme. Comienzan por detestar el narcopatriotismo de Noriega; la sangrienta ferula de Hussein, exterminador de kurdos, shiitas y opositores pol\'edticos en general; la abominable opresion del neo duvalierismo de Cedras, pero no se detienen sino hasta dejar claro que todos estos fenomenos patologicos no se hubieran generado sin complicidad del "guardian de la democracia y los derechos humanos"; no paran hasta hacer comprender a todos que, tras las nobles intenciones oficialmente aducidas, no hay sino una manifestacion, mas o menos refinada, del viejo imperialismo. Acabar con las dictaduras y poner a salvo los derechos humanos no es tarea para quienes fueron (y ocultamente siguen siendo) los mejores amigos de los dictadores y los primeros violadores de los derechos humanos. ANGEL J. CAPPELLETTI (CORREO A # 27, p. 7; abril 1994)